Estados Unidos retiró oficialmente la recomendación de vacunar de manera rutinaria contra el COVID-19 a niños sanos y mujeres embarazadas. La medida fue anunciada por el secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., a través de un video en la red social X, y representa un giro en la política sanitaria vigente desde 2021.
El cambio, que altera los lineamientos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), se realizó sin consultar al Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP), órgano encargado de definir el calendario de vacunas en EE.UU. Medios como CBS News informaron que la decisión se anticipó a una reunión programada para junio, en la que se debatiría específicamente el uso de la vacuna en menores y embarazadas.
El anuncio fue respaldado por nuevas directrices de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), que ahora exigirá ensayos clínicos con placebo para futuros refuerzos, al menos en personas sanas menores de 65 años. Esta exigencia podría retrasar la disponibilidad de vacunas para el otoño.
Robert F. Kennedy Jr., crítico declarado de las vacunas, señaló que la decisión busca reducir la intervención del Estado y alinear las políticas sanitarias con las prioridades del expresidente Donald Trump. “Estamos un paso más cerca de hacer a Estados Unidos saludable de nuevo”, expresó.
Expertos como el doctor Marty Makary, comisionado de la FDA, respaldaron el cambio, argumentando que “no hay evidencia de que los niños sanos necesiten esta vacuna en la actualidad”. El doctor Jay Bhattacharya, de los Institutos Nacionales de Salud, agregó que la decisión “responde al sentido común y a la buena ciencia”, aludiendo a la baja incidencia de casos graves en menores sin condiciones previas.
Sin embargo, médicos y científicos expresaron su preocupación por las consecuencias del retiro. La eliminación de la recomendación federal podría afectar la cobertura de seguros de salud, limitando el acceso gratuito a la vacuna. Programas como Vaccines for Children, que ofrecen inmunización gratuita a menores sin seguro, podrían dejar de incluir esta vacuna, y farmacias o clínicas que operaban bajo protecciones especiales verían restringida su capacidad de distribución.
El doctor Paul Offit, del Hospital de Niños de Filadelfia, advirtió que los costos podrían recaer en las familias. Una dosis puede costar hasta 150 dólares en el mercado privado, según datos oficiales del CDC.
En cuanto a la vacunación en mujeres embarazadas, múltiples estudios incluidos los del propio CDC que sostienen que es segura y beneficiosa. Expertos como el doctor Sean O’Leary, de la Academia Americana de Pediatría, criticaron la decisión por generar “confusión entre padres y profesionales de salud”, recordando que el embarazo es un factor de riesgo ante el COVID-19.
El futuro de las vacunas de refuerzo también es incierto. La nueva política podría retrasar su aprobación más allá del otoño, mientras continúan circulando variantes como la LP.8.1, dominante en EE.UU. desde mayo. Aunque las cifras actuales de contagios y hospitalizaciones son bajas, el virus sigue presente y continúa afectando a menores con cuadros respiratorios.


