El fuego volvió a encender la alarma en Tarija. Durante la madrugada del jueves, una extensa línea de llamas iluminó las laderas de la serranía de Sama, recordando a la población el devastador incendio de 2017 que arrasó con más de 13.000 hectáreas. Hoy, la historia parece repetirse, con focos incontrolables que amenazan no sólo la biodiversidad, sino también comunidades enteras.
El siniestro comenzó en Rincón de la Victoria (San Lorenzo), avanzando rápidamente hacia Turumayo y San Andrés, ya en las cercanías urbanas de Tarija. Vecinos del barrio Alto Senac se mantienen en emergencia ante la proximidad del fuego.
El alcalde Johnny Torrez, junto al comandante departamental de la Policía y otras autoridades, se trasladaron hasta la zona para coordinar tareas con los más de 150 bomberos y voluntarios movilizados. También se aguarda el arribo de un helicóptero del Gobierno nacional, que cargará agua desde la represa de San Jacinto.
Hasta el momento se reportan tres personas heridas. Un hombre de 57 años que sufrió quemaduras graves se encontraba en terapia intensiva y, según reportes preliminares, habría fallecido esta mañana. Los otros dos afectados están fuera de peligro.
Sama en riesgo
La serranía de Sama, que alberga la Reserva Biológica del mismo nombre, es fuente vital de agua para miles de familias del valle central. Organizaciones ambientales advierten que su ecosistema de altura está siendo severamente afectado por los incendios, cuyas causas se atribuyen, en muchos casos, a chaqueos descontrolados.
El primer foco de incendio, registrado en Coimata, fue contenido rápidamente. El segundo, en cambio, iniciado en Rincón de La Victoria, se tornó en una pesadilla. Las fuertes ráfagas de viento y la vegetación seca facilitaron la propagación del fuego.
Desde la ciudad de Tarija era posible ver las llamas en la serranía, una escena que activó la memoria colectiva del desastre de 2017. Pese a ello, persisten las falencias en prevención, control y sanción. Según medios locales, casi ningún responsable de incendios anteriores ha sido sancionado, lo que refuerza un patrón de impunidad.
La serranía arde, y con ella, el agua, la vida y el futuro ambiental de Tarija. La población se pregunta si esta vez habrá voluntad real para que la historia no vuelva a repetirse.


