En Desaguadero, localidad compartida por Bolivia y Perú, la crisis económica boliviana se refleja de manera directa en la vida de los habitantes y comerciantes fronterizos. La escasez de dólares ha generado un mercado paralelo donde un dólar se cotiza hasta en 14 bolivianos, más del doble del tipo de cambio oficial, afectando la compra y venta de productos y divisas.
Comerciantes como Imelda venden alimentos bolivianos —aceite, arroz, pollo— en Perú a precios mucho más altos que en La Paz. Mientras tanto, los transportistas, como Policarpio Boya, enfrentan pérdidas al cruzar la frontera y muchos optan por operar solo del lado peruano. Las empresas locales también sufren retrasos por escasez de combustible y dificultades logísticas.
En Bolivia, la inflación interanual supera el 25% y los alimentos básicos registran aumentos superiores al 31%, lo que genera escasez en supermercados, donde productos nacionales como el aceite importado de Santa Cruz escasean frente a productos europeos. El gobierno señala que parte del combustible subsidiado se desvía hacia países vecinos de forma ilegal, aumentando la tensión en las zonas fronterizas.
La percepción de la población es de abandono y descontrol: pese al despliegue de militares, contrabandistas dominan la frontera. Expertos señalan que la solución podría estar en eliminar subsidios y liberalizar los precios del combustible, mientras los habitantes esperan que las elecciones contribuyan a normalizar la situación.


