Organizaciones sociales alineadas con el expresidente Evo Morales están en estado de alerta ante el posible restablecimiento de relaciones con Estados Unidos y el retorno de la DEA al país bajo el gobierno de Rodrigo Paz. Los sectores afines a Morales aseguran que estas acciones forman parte de una estrategia cuyo objetivo principal es atacar a su líder histórico.
Según el dirigente, desde Cochabamba, “ellos lo que quieren es aniquilar al movimiento indígena originario campesino, aniquilar a todos sus líderes nacionales y el primer líder más importante es el compañero Morales. Con seguridad van a querer atentar contra su vida, van a querer apresarlo. No juegue con fuego, decimos a Rodrigo Paz”. Esta amenaza de movilización es presentada como una respuesta inmediata e irrevocable ante cualquier acción legal contra el expresidente.
En el mismo tono amenazante el dirigente sentenció que si “tocan a Evo, todo el pueblo boliviano, los movimientos sociales nos vamos a levantar en defensa de nuestro líder”. El discurso evista encuadra al futuro gobierno dentro de una narrativa de sumisión a intereses extranjeros, acusando además a la administración de Paz y Lara de ser un «gobierno de derecha disfrazado de populismo proyanqui» que ya se habría «arrodillado a los intereses imperiales».
Entre los temores que manifiestan los evistas está la posible privatización de los recursos naturales y una reforma constitucional que buscaría “anular lo plurinacional del Estado boliviano”. Este llamado a la resistencia surge mientras Morales intenta trasladar la disputa al terreno electoral, exigiendo un referéndum para que la población defina la relación con Estados Unidos; postura que contrasta con la política exterior anunciada por Paz, que busca fortalecer la cooperación bilateral con Washington.


