El presidente Luis Arce salió al paso de las recientes críticas que lo señalan como responsable de una “quiebra” económica en el país y afirmó con contundencia que no existe una crisis estructural, sino un “problema de iliquidez” momentánea de dólares.
Según él, esa diferencia es clave: no se trata de que Bolivia esté en quiebra, sino de manejar una escasez de divisas que afecta la compra de combustibles y otras importaciones.
Arce también defendió su decisión de volver a dar clases de Economía en la universidad, a pesar de las acusaciones que lo tildan de “autor de la quiebra”. En su argumentación retó a sus detractores con una pregunta directa: ¿Cómo puede enseñar Economía alguien que, según ellos, “dejó al país en quiebra”?
Con esto, busca desmontar el discurso de quienes cuestionan tanto su gestión como su capacidad académica.
Además, el mandatario presentó diez medidas para hacer frente a la dificultad de liquidez que atraviesa Bolivia. Entre ellas figuran el teletrabajo, la jornada laboral continua, el uso más racional de vehículos oficiales y la solicitud de créditos externos que, según su visión, pueden dar alivio sin comprometer la sostenibilidad de las finanzas públicas.
En su defensa, Arce insistió en que el modelo económico de su Gobierno no está agotado, como aseguran sus críticos. El ministro de Economía, Marcelo Montenegro, respaldó esta idea, asegurando que los problemas recientes son más de carácter político que estructural.
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Arce agregó que, incluso con recursos limitados, su gestión ha ejecutado “obras estratégicas estructurales” para demostrar que sabe administrar en momentos de dificultad.
Para el presidente, la falta de dólares no es un síntoma de colapso sino una coyuntura que puede ser superada con disciplina financiera, negociación de créditos y medidas de ajuste temporales. Además, responsabiliza a sectores opositores por amplificar la crítica en momentos clave, aduciendo que existen intereses más políticos que técnicos.


