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CONCIENCIA PACHAMAMA

27 de Julio de 2022
Embajador Fernando Huanacuni Mamani

Entre las lecciones de vida que nos dejaron nuestros abuelos, nos enseñaron que la mejor forma de tener lo necesario en la vida, no era solamente pidiendo, sino principalmente sabiendo ser agradecidos; recibimos día a día tantas cosas de la Pacha, de la vida, como el aire que respiramos, el brillo del Padre Sol, los alimentos, nuestros seres queridos, nuestra salud, que no siempre valoramos. Sumida la humanidad, en una sociedad de consumo, vive una realidad en la que siempre hay algo que falta, que no tiene y por lo que sufre y trabaja.

La tradición de realizar ofrendas el 1 de agosto se ha ido recuperando con mucha fuerza en estos últimos años, sin embargo en nuestros Ayllus ofrendamos todo el mes de agosto e incluso hasta el 21 de septiembre. Éste es un tiempo para ofrendar a la Pachamama y más que para pedir, éste en realidad, es un tiempo para agradecer.

Esta época se denomina Lakan Phaxsi (mes en el que la Madre Tierra despierta y abre la boca), en esta época la Pachamama despierta después de un largo sueño, después de haber estado durmiendo durante el chacha pacha (parcialidad del varón) y cuando despierta, lo hace con hambre, por lo que abre su boca para comer.

La referencia del primero de agosto corresponde al calendario gregoriano, pero recordemos que este calendario está desfasado de los ciclos naturales; el indicador natural de que la Pachamama ha despertado es la primera nevada, es entonces dicen los abuelos y abuelas, cuando la Madre Tierra despierta y empieza a prepararse para el nuevo tiempo de siembra y de cosecha; donde sus hijos le recibimos y le damos de comer, a través de la wajta, la lokta (ofrenda de semillas, dulces, frutos y plantas aromáticas). En esta época empieza la preparación de Warmi Pacha (parcialidad de la mujer) y la finalización de Chacha Pacha (parcialidad del varón).

Ofrecer la wajta a la Pachamama, tiene muchas connotaciones, primero despertar en la “conciencia Pachamama”, que implica reconocer primero que es un ser vivo y no materia inerte, segundo que somos sus hijos y somos parte de ella, tercero que todo lo que existe es parte del equilibrio y la armonía de la vida y cuarto que todo lo que existe esta profundamente interrelacionado.
Para comprender la vida necesitamos observar los ciclos naturales y unirnos a ellos, si aprendemos del Yapuchiri (el buen agricultor), veremos que respeta los ciclos de la naturaleza; que sabe que hay un tiempo para sembrar, para cosechar, y para hacer descansar la tierra; también sabe que para sembrar es necesario preparar la tierra, removerla y abonarla para que la semilla caiga en tierra fértil. Los seres humanos somos los más grandes agricultores de nuestras vidas, así que preparar la tierra, removerla, abonarla, implica en nuestras vidas, remover también nuestras estructuras, no estancarnos en el tiempo con ideas prefijadas, preconceptos o prejuicios.
En este tiempo de reordenamiento de la vida (Pachakuti), nuestro interior (el Manqhapacha) necesita ser removido y abonado; y tenemos que seleccionar las semillas; proyectos, sueños, trabajos, nuevos emprendimientos, para la siembra en nuestras vidas. El agricultor también conoce una de las más grandes leyes de la vida; que si sembramos papas, vamos a cosechar papas.
Estamos al inicio del Jach’a Uru, el nuevo tiempo; en el que debemos comprender las enseñanzas de nuestros ancestros, por lo tanto más que ocuparnos en dejarles tierras a nuestros hijos, hay que ocuparnos en dejar buenos hijos a la Madre Tierra.

(*) ex canciller, aymara y miembro de la Comunidad Sariri.

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