El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comunicó su decisión de imponer un arancel del 100% a todas las películas producidas fuera del país, situando a la industria cinematográfica en el corazón de su renovada política comercial. A través de la plataforma Truth Social, Trump sostuvo que “nuestro negocio cinematográfico ha sido robado de los Estados Unidos por otros países, como si le robaran un dulce a un bebé”. También criticó duramente al estado de California, acusando a su “gobernador débil e incompetente” de no proteger la industria local. Finalizó su mensaje con la afirmación: “Para resolver este problema de larga data e incesante, impondré un arancel del 100% a todas las películas que se produzcan fuera de Estados Unidos. Gracias por su atención a este asunto. ¡Hagamos que América vuelva a ser grande! Presidente DJT”.
En otro mensaje en la misma red social, Trump dirigió su atención al sector del mobiliario, especialmente en Carolina del Norte, una zona tradicionalmente ligada a la manufactura de muebles. El presidente indicó: “Para que Carolina del Norte, que ha perdido completamente su negocio de muebles a manos de China y otros países, vuelva a ser un GRAN ÉXITO, impondré aranceles sustanciales a cualquier país que no fabrique sus muebles en Estados Unidos. ¡Más detalles próximamente! Presidente DJT”. Esta postura reafirma la estrategia del mandatario de proteger la industria nacional mediante aranceles sectoriales dirigidos.
Desde su regreso a la Casa Blanca en enero de 2025, Trump ha convertido los aranceles en el pilar de su agenda económica. La política se ha implementado en varias fases, iniciando en abril con un arancel general mínimo del 10% a casi todas las importaciones para “proteger empleos y corregir injusticias comerciales”. Luego, se sumó un sistema de tarifas recíprocas que sanciona a países con barreras comerciales hacia EE.UU., aplicando gravámenes equivalentes a sus exportaciones. Posteriormente, se introdujeron medidas específicas por sectores, con aumentos de hasta 50% en metales industriales como acero, aluminio y cobre, afectando directamente a la industria automotriz y la construcción.
Estas decisiones provocaron una serie de reuniones y negociaciones entre Washington y sus socios comerciales para llegar a acuerdos mutuos, a la vez que tensionaron las relaciones diplomáticas de Estados Unidos con varias naciones desde entonces.
En septiembre, la Casa Blanca también anunció nuevas tarifas arancelarias: 25% a camiones pesados, 30% a muebles tapizados y 50% a gabinetes de cocina y muebles de baño. La industria farmacéutica no quedó fuera de estas medidas, enfrentando un arancel de hasta 100% sobre medicamentos de marca producidos en el extranjero, salvo que las empresas establecieran plantas de producción en territorio estadounidense.
