El Senado de Uruguay aprobó el miércoles una ley que despenaliza la eutanasia, convirtiendo al país en uno de los pocos en el mundo donde los pacientes con enfermedades graves pueden recibir ayuda legal para terminar con sus vidas. Así, Uruguay pasa a ser el primer país mayoritariamente católico de América Latina en permitir la eutanasia mediante una ley. La normativa autoriza que un profesional sanitario practique la eutanasia, pero no permite el suicidio asistido, en el que el paciente se administra por sí mismo una dosis letal.
La senadora Patricia Kramer, de la coalición de izquierda que gobierna el país, afirmó ante el Parlamento: “La opinión pública nos está pidiendo que nos hagamos cargo de esto”. Tras cinco años de avances irregulares, la ley fue aprobada con 20 votos favorables de 31 senadores, luego de que la Cámara Baja la respaldara con amplia mayoría en agosto. Ahora solo falta su implementación por parte del Gobierno.
Durante el debate, los miembros de la coalición Frente Amplio defendieron apasionadamente el derecho a morir, comparando esta lucha con la legalización del divorcio y el matrimonio igualitario. En los últimos años, la región ha vivido intensos debates y activismo en torno a la eutanasia.
El senador Daniel Borbonet expresó: “Todos creemos y sentimos que la vida es un derecho, tanto en la salud como en la enfermedad, pero nunca debe ser una obligación porque los demás no entiendan un sufrimiento tan insoportable”, citando testimonios de pacientes con dolencias irreversibles. La oposición más fuerte vino de la Iglesia católica, cuyo arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla, llamó a “defender el don de la vida” y a acompañar a las personas hasta el final.
Sin embargo, la creciente secularización de Uruguay, que prohíbe mencionar a Dios en juramentos y llama a la Navidad Día de la Familia, ha debilitado la resistencia a la eutanasia en esta nación de 3,5 millones de habitantes. Las autoridades celebraron la ley como un reflejo de la reputación del país como uno de los más liberales socialmente en la región. Además, Uruguay fue pionero al legalizar la marihuana recreativa y aprobar leyes sobre matrimonio igualitario y aborto hace más de una década.
A diferencia de países como EE.UU., Australia y Nueva Zelanda, que limitan la eutanasia a pacientes con esperanza de vida inferior a seis meses o un año, Uruguay no impone restricciones temporales ni periodos de espera. Permite a cualquier persona con una enfermedad incurable y “sufrimiento insoportable” solicitar la muerte asistida, siempre que sea mentalmente competente.
Aunque la ley no prohíbe explícitamente la eutanasia en casos de enfermedades mentales como la depresión, exige la evaluación de dos médicos que certifiquen la capacidad psicológica para tomar la decisión. A diferencia de Bélgica, Colombia y Holanda, Uruguay no autoriza la eutanasia para menores.


