Por Vladimir Torrez
- Intentar aplacar a los radicales del MAS, convencer al evismo de que Luís Arce no pactó con la oposición “golpista” fue una tarea ardua luego de la derrota del gobierno en la coyuntura del censo. De hecho, aprobar una ley nacional para garantizar la redistribución de recursos y una nueva planificación electoral fue no solo humillante para el arcismo sino que empujó al evismo a cuestionar la capacidad de Arce para conducir el país. Pero fue un esfuerzo inútil, Evo Morales no renunciará a sus intentos de desestabilizar a Arce, así como no abandonará sus intentos de ser candidato por el MAS para las elecciones del 2025, cualquier coyuntura: la derrota boliviana en el juicio por el Silala, la reducción de las reservas internacionales, el no despegue de la recuperación económica, serán usados para reforzar la imagen de un Evo “promotor de la estabilidad macroeconómica” en contraste con un Arce “incapaz, blando y dubitante”. No es una cuestión meramente personal o un caso de traición al caudillo de caudillos, es un tema de intereses, política pura y dura. Paralelamente, el gobierno nacional acaba de tirar por la borda una posible reconciliación con Santa Cruz. Gobernar el país sin el Oriente, sin pactar con su aparato productor, sus clases medias y élites es inviable. Incluso radicales beligerantes como Quintana, García Linera y Romero supieron actuar pragmáticamente con Santa Cruz sin atreverse a tocar a Rubén Costas.
- Luís Fernando Camacho no es Leopoldo Fernández, Marco Pumari o Jeanine Añez. No es el alcalde del Bolpebra, el secretario general de un sindicato menor o el prefecto de Pando, es el gobernador electo del departamento más grande y rico del país. El Comité Interinstitucional cruceño fue cauto en su reacción, pero la respuesta de la población fue notable. En pleno día de los inocentes, sin importar el año nuevo, pese al gran desgaste que implicó el paro por el censo, los cruceños están demostrando que van a defender a la autoridad que ganó con 55% de los votos válidos las elecciones subnacionales de 2021. Arce y su gabinete convirtieron a un político mediocre, un cristiano de cartón y un pésimo gestor público en un mártir. Me parece una lectura simplista decir que la institucionalidad cruceña abandonará a su suerte a Camacho. Incluso Rubén Costas, Johnny Fernández y Vicente Cuellar, enemigos y rivales del gobernador, manifestaron públicamente su apoyo a tomar medidas contundentes para su liberación. No se está defendiendo a la persona, prescindible como cualquier actor político, sino el propio sistema político regional. Si no existiera el precedente del caso terrorismo y la presión de la ciudadanía cruceña, quizá sería otro el escenario. El amedrentamiento vía Ministerio Público y el acrecentamiento de presos políticos tienen un límite, de hecho, si los lideres cruceños fueran menos regionalistas, entenderían que atacar al putrefacto sistema de justicia es un potencial articulador de demandas sociales a nivel nacional.
- Todos los grandes conflictos que enfrentó el gobierno de Arce, desde el proyecto de ley de legitimación de ganancias ilícitas hasta la fijación del censo de población y vivienda, han sido derrotas para el oficialismo. Eso se debe en parte a la presión que ejerce el evismo para desgastar al presidente, la crisis económica y la creciente polarización que evita una gran reconciliación nacional. Fue tonto por parte de Arce decantar por contentar al ala fanática del masismo, cuando la demanda generalizada es la pacificación del país, la recuperación económica y la convivencia pacífica. Si se pretende hacer “justicia” por los hechos de octubre y noviembre de 2019 mucha gente de su partido debería desfilar ante tribunales de justicia, eso no sucederá y es imposible que bajo esas condiciones alcanzar un nuevo pacto nacional. Cuando se afirma que en 2019 en Bolivia hubo un “golpe de Estado” se trata de revivir una disyuntiva ya superada por el pragmatismo de la mayoría de la población, pero para vacunarse de esa absurda posverdad es necesario recordar que: a) El caso golpe I, por el cual aprendieron a Camacho, no tiene NADA que ver con las muertes de Senkata y Sacaba; b) El masismo, concretamente el ala radical/evista, participó de las negociaciones donde los principales fuerzas políticas del país eligieron a Jeanine Añez como presidenta transitoria; c) La Asamblea Legislativa Plurinacional, a la cabeza de Eva Copa y Sergio Choque, mediante la ley Nro. 270, reconoció y prorrogó el mandato de Jeanine Añez y el resto de los asambleístas tanto de oposición como de oficialismo; d) Durante el gobierno transitorio se aprobaron más de 50 leyes debidamente promulgadas por la presidenta transitoria incluyendo la convocatoria a las elecciones donde nacionales donde ganó el MAS. Por si fuera poco, la Asociación de Víctimas de Senkata del Departamento de La Paz, ya denunció la instrumentalización de las muertes de sus familiares y la postergación de las investigaciones con el beneplácito del gobierno nacional.
- La progresiva radicalización de varios sectores sociales es la verdadera amenaza. Unos alegrándose por la captura de Camacho, otros deseando expulsar a todos los masistas de Santa Cruz, desde hace años ingresamos en un proceso de polarización muy peligrosa en la sociedad. Me sorprende leer a tanta gente lloriquendo por el “fascismo” repitiendo casi mongólicamente: “Con el fascismo no se discute, se lo aplasta”. Camacho no es fascista, es una caricatura populista, más parecido a Evo que a Mussolini. El verdadero peligro del fascismo es la deshumanización de la sociedad, la burocratización de la violencia, los intentos de aniquilar al rival, la conversión de dogmatismos ideológicos en verdades incuestionables. ¿No es el terrible mensaje que se lanza ahora?: “Golpista, te espera Chonchocoro si te animas a cuestionar nuestro poder”. ¿Cuál debería ser la respuesta ante esa ceguera destructiva? ¿Renunciar a la lucha o aplastar al masismo a la mínima oportunidad? ¿No es ese el peligroso mensaje enviado al pueblo cruceño con la detención de su gobernador?
- Escribo esto enojado y triste, esa granizada aniquiló mi jardín. Mientras luchaba por salvar mis girasoles y sentía los golpes del granizo, gritaba para darme fuerzas: “¡Camacho, Arce, Evo! ¡Padre Tormenta, por piedad, llévatelos a todos!”