Bolivia enfrenta una grave crisis ambiental debido al tráfico ilegal de tortugas, situación que pone en peligro a 15 de las 16 especies nativas del país. Así lo reveló el Ministerio de Medio Ambiente y Agua en la presentación del “Libro Rojo de Vertebrados de Bolivia: Volumen I Tortugas”. El principal factor del declive es la extracción ilegal de huevos, carne y ejemplares vivos.
Entre las especies más afectadas se encuentran la peta de río (Podocnemis unifilis) y la tataruga (Podocnemis expansa), que sufren tanto por la sobreexplotación como por alteraciones en los caudales de los ríos. También están en riesgo la peta de monte (Chelonoidis denticulatus) y la peta de patas rojas (Chelonoidis carbonarius), cuyo comercio ha crecido considerablemente para usos medicinales, como mascotas y para alimentación.
Marco Greminger, investigador de la Universidad Autónoma del Beni, denunció la falta de controles efectivos y la escasez de personal capacitado para fiscalizar el tráfico de fauna silvestre. Además, criticó la reducción de presupuestos estatales, lo que facilita la extracción indiscriminada de tortugas, especialmente en departamentos como Santa Cruz, Beni, Pando, La Paz y Cochabamba.
Datos oficiales y de operativos policiales evidencian la magnitud del problema: entre 2000 y 2023 se decomisaron millones de huevos y cientos de tortugas vivas. Solo en 2017 se incautaron 50.000 huevos, y en 2023 otros 6.000 fueron encontrados en controles fronterizos. En mercados como Camiaco, se estima la venta anual de 3 millones de huevos.
Además, el comercio ilegal se ha intensificado a través de las redes sociales, donde la venta de tortugas y sus productos se realiza sin mayores restricciones. Aunque la legislación boliviana sanciona el tráfico de fauna, la falta de conocimiento legal y de vigilancia efectiva facilita que esta actividad ilícita continúe, poniendo en riesgo no solo a las especies, sino también a los ecosistemas donde habitan.
